La avaricia es
el afán o deseo desordenado y excesivo de
poseer riquezas para atesorarlas. Desde un punto de vista religioso se
trata de un pecado y
de un vicio ya que trasciende lo
lícito y lo moralmente aceptable.
Es frecuente que la avaricia aparezca vinculada a
otros pecados o a ciertos delitos,
como la traición, la estafa y el soborno. El avaro sólo pretende sumar más y
más riquezas y no conoce ningún límite legal o ético para cumplir con su
objetivo. Si es necesario perjudicar a otra persona o pasar por
encima de la ley,
no tiene problema en hacerlo.
El lazo que el avaro establece entre la felicidad y
las posesiones materiales es condenado por las religiones, sosteniendo que
asociar el placer a
un objeto impide el pleno desarrollo a nivel personal y nos aleja de la
dimensión espiritual.