Una madre sostiene
el cuerpo de su hijo sin vida. Sus
familiares y amigos se acercan para mostrarle su afecto. El duelo está siendo
duro, y durará días. No es una escena humana, sino
el ritual fúnebre de los chimpancés cuando una cría
fallece. Investigadores holandeses demostraron que
pueden pasar semanas o incluso meses antes de que la madre se separe del
cadáver y acepte la pérdida. Y que, en ese período, los primates que la rodean
aprenden a identificar las señales sensoriales asociadas con la muerte, y las
implicaciones que tiene la pérdida para la comunidad.
Y no solo eso. Jane Goodall y otros primatólogos
han observado hasta qué punto la muerte de un ser
querido produce un período de luto y tristeza en los grupos de chimpancés. Es
famoso el caso de un chimpancé que se mantuvo horas agarrando la mano del
cadáver de su madre, en estado de shock, inclinado sobre su cuerpo en una
especie de velatorio. Incluso ha habido casos de chimpancés que se han
deprimido tanto tras fallecer un familiar que han dejado de comer, llegando
incluso a enfermar.